ENTREVISTA ANTONIO ARAÚZ-IMBERT

ANTONIO ARAÚZ-IMBERT

El arte: un boleto al yo interior
DARMA L. ZAMBRANA


Saxofón, flauta dulce o pincel, Antonio Araúz-Imbert empuña por igual cualquiera de ellos. Fotos: Jaime Lucar La Estrella




13-02-2011 ‘ Se ha perdido un poco la función social del arte’, dice pensativo Antonio Araúz-Imbert, mientras contempla uno de sus cuadros parte de la serie dedicada a las víctimas del 23 de octubre de 2006. Trabajada en blanco y negro, con acrílico y lápiz sobre lienzo, esta serie fue expuesta en la misma calle Martín Sosa, durante los años 2008 y 2009 frente a la iglesia Hossana, donde murieron 18 personas al incendiarse un ‘diablo rojo’. Tonito, como le dicen, se está preparando para una muestra individual que se realizará la próxima semana como inicio de la temporada de exposiciones 2011 patrocinada por el Banco Nacional de Panamá. Nos recibe en medio de un caos de color y de calor, en su abarrotado estudio donde es difícil moverse sin correr el riesgo de tirar por el piso alguna de las obras que piensa llevar a la casa matriz de la entidad bancaria y que forman parte de su última producción denominada ‘Serie Infantil’. Es difícil seguirle el paso a este artista cuando empieza a hablar con entusiasmo de las cosas que le gusta hacer. ‘El arte es un viaje para adentro’, dice Araúz. ‘Esta serie es una búsqueda del niño que todos llevamos dentro. Y es una obra infantil que ha ido evolucionando desde hace 8 años’, explica comparando unos dibujos hechos en papel y con crayones de colores, con trazos infantiles que parecen los bocetos de las piezas que conforman la nueva serie y que también serán exhibidos.

SU RECORRIDO ARTÍSTICO Nacido en Panamá hace casi 48 años – cumple uno más el 17 de febrero, día que se inaugura la muestra – Araúz-Imbert, incursionó en el arte a través de la música. Aunque ya experimentaba con el saxofón en la intimidad de su hogar, a los 17 años empezó a tomar clases en el Conservatorio Nacional de Música con el famoso José ‘Tata’ Pinto, quien fuera saxofonista de Beni Moré y tocó con muchas orquestas famosas. ‘El fue mi único profesor’, recuerda Tonito. ‘Él se murió y me fui a la calle a tocar cuando tenía 18 años en bares y restaurantes’, cuenta. Y le fue tan bien que pudo presentarse con una orquesta cubana en Guatemala junto a Fernando Pérez, uno de los grandes del jazz guatemalteco. Su experiencia con ‘Los 33’, ‘Océano’, David Choy, ‘Peso Neto’ y Nina Campines, entre otros grupos y artistas nacionales, ha sido enriquecedora y variada. ‘En los años 80, yo salía de tocar en ’Magic’ para el ’Cosita Buena’’, cuenta Arauz, graficando así su capacidad de adaptarse a diferentes géneros musicales, desde el típico hasta el jazz pasando por el bossa nova y los distintos aires de la musica popular americana. ‘Garota de Ipanema’ y ‘El cóndor pasa’ suenan alternativamente desde el saxofón y la flauta dulce, bajo un desmayado abanico. Flanqueado por su ‘Serie Infantil’, se abstrae en las notas que llenan el pequeño estudio desgranando estos dos himnos del repertorio sudamericano. Mientras el ‘click’ de la cámara fotográfica no deja de sonar el no deja de tocar y pareciera que podría seguir para siempre – tal es su concentración – si no lo sacamos del trance en que lo ha sumido la música y lo enfrentamos al avance irrefrenable de la mañana.

MÚSICA, PINTURA Y ESCULTURA Con el saxofón aún entre sus brazos y luciendo una manchada bata blanca que usa para trabajar, este pintor tardío, como se autodenomina porque empezó a incursionar en esta disciplina cuando ya tenía varios años de ser músico, ha ganado un premio nacional de pintura, ya tiene un disco grabado en México y está preparando el segundo. También ha incursionado en la escultura y con su serie ‘Maderas vivas’, el gobierno de Ricardo Martinelli homenajeó a los presidentes que vinieron a su toma de posesión obsequiando una pieza de la colección a cada uno. Precisamente la serie que expondrá en el Banco Nacional es una mezcla de pintura y escultura, sus dos aficiones manuales preferidas y que para el autor es además ‘una obra muy musical’ debido a que como en la actualidad sus únicas ocupacioones artísiticas son tocar, pintar y esculpir, unas influyen en las otras.

NECESIDAD Y FORTUNA Tonito se considera un ‘afortunado’ porque a pesar de haber pasado ‘páramos’ y muchas noches negras como consecuencia de lo difícil que es en Panamá vivir solo del arte. Fue ‘de esas noches negras cuando surgieron cosas interesantes’, afirma el artista. Un claro ejemplo de esta experiencia fue la serie ‘Maderas vivas’, 25 piezas que surgieron ‘de la paupérrima necesidad económica y artística, cuando no tenía ni tela para pintar y empecé con unos pedazos de madera que nadie quería, porque la necesidad es la madre de la creatividad’, cuenta Araúz. ‘Dios permite la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, porque de ambas aprendemos y lo encontramos a Él’, dice creyente y sin quejarse, más bien en una aceptación tácita de su realidad. El artista considera que en sus trabajos de madera hay un lenguaje propio y empiezan a vislumbrarse signos de autenticidad y originalidad, algo que todavía no ha podido conseguir del todo en la música. ‘En mi segundo disco espero alcanzar esa identidad propia que busco’, afirma esperanzado. Así flores, frutas, criaturas salvajes del trópico panameño y hasta la chivita de Calle Abajo seguirán desfilando por los lienzos de Antonio Araúz-Imbert. Bajo un palo de mango o frente a un auditorio de 50 mil personas su saxofón o su flauta dulce seguirán sonando. Su entorno y sus raíces seguirán influyendo en su arte, el cual, a su juicio, debe cumplir una función social y al fin y al cabo debe emerger de la diversión del artista. ‘Yo creo que hay que divertirse’, sentencia Tonito. ‘Mis mejores presentaciones son cuando me divierto y entonces es cuando la gente entiende tus errores y los toma con naturalidad’, agrega luego a modo de despedida.